Ha
terminado una semana importante para muchas de nuestras hermandades: Las cruces
de mayo. Una semana de intenso trabajo en la que se busca la forma de aportar
unos ingresos extraordinarios a las cofradías. Entiendo que el esfuerzo que
todos hacemos ha de verse recompensado con ese dinero que tanta falta hace,
sobre todo tras los dos años que llevamos de lluvia en este festejo. Al mismo
tiempo, nos hacemos partícipes de una tradición que la Iglesia adoptó al
cristianizar esas veladas paganas que en la antigüedad festejaban la primavera
con bailes alrededor de un árbol y que con la escusa del hallazgo de Santa
Elena de la Cruz de Cristo pasó a formar parte del calendario de
conmemoraciones cristianas, concretamente el 3 de mayo; el atavío de una cruz
era propio de vecinos de calles y plazas, quienes aportaban las flores de sus
casas y bailaban y cantaban canciones típicas del lugar. Hasta aquí todo podría
parecer que tiene un sentido, y que la conjunción de la remembranza de la Cruz y de las
necesidades (cada vez mayores) de las hermandades hacen de esta fiesta un punto
de encuentro bucólico e interesante para todos. Pero, querido lector, nada más
lejos de la realidad. El caos que se apodera de la ciudad en el día festivo del
primero de mayo (día del trabajo desde hace unos años) por mor de esta
celebración, me lleva a pensar si esto no está tomando unos derroteros
impropios de lo que debería ser una fiesta sencilla que se expande por las
calles y plazas de Córdoba. El ruido insoportable de los altavoces hasta la
madrugada, las concentraciones masivas de personas en estado de embriaguez, la
suciedad, el rastro de orina que permanece durante días, los cortes de tráfico,
las cargas policiales, peleas..... En fin, una desastrosa imagen para quienes
nos ocupamos de intentar sacar adelante nuestras hermandades.
Aun así,
hay hermanos mayores que solicitan ampliar los día y el horario de las barras instaladas con
el fin de hacer más caja, aunque no sé si nos paramos a pensar que cada vez nos
parecemos más a la feria y el despropósito que ello supone. Los vecinos cada
vez más disgustados presionan desde los medios de comunicación al Ayuntamiento
y no tardaremos en ver prohibiciones y recortes en el desmadre que actualmente
tenemos.
Lo peor
es que esto afectará a todas las cruces y a todas las hermandades, cuando no
todas son iguales. También tenemos cruces familiares, que controlan las
molestias que causan, que no tienen denuncias de vecinos ni apercibimientos de
la autoridad, a las que se puede ir con la familia, con niños, sin arriesgarse;
pero que pagarán por el modelo que otros han seguido y que tan pingües
beneficios económicos les dan.
Entiendo
que la Iglesia quiera quedarse sólo con la exaltación de la cruz del 14
de septiembre y que no desee tener mucho que ver con esos días que, como
dice nuestro Ayuntamiento, son del “mayo festivo” y que centran en torno al día
del trabajo (sin trabajar) lo que podría tener un mayor carácter religioso.
El PP se felicita del «éxito» de las Cruces ante la crítica de IU y PSOE. El Ayuntamiento afirma que pondrá medidas contra el ruido en la próxima edición
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