lunes, 31 de octubre de 2011

Alma de jazz

Disfrutar del jazz requiere de una cierta predisposición hacia la música. No estamos ante melodías pegadizas que se quedan pronto en nuestra memoria y que tarareamos sin parar mientras hacemos cualquier tarea. Tampoco sus intérpretes suelen ser los vistosos músicos de otros géneros, con una imagen peculiar y pensada para atrapar a quinceañeras deseosas de adorar a un mito. Incluso a los amantes del jazz nos cuesta acceder a nuevos estilos o tendencias, a músicos poco conocidos o a discografías que no nunca estarán en los "top ten". Los conciertos de jazz no requieren grandes despliegues de luminotecnia ni de watios sonoros, tampoco estadios llenos de fans que salten y griten al unísono, ni tan siquiera un escenario donde tocar sin estrechuras. El jazz funciona en pequeños locales, donde el público comparte un sentimiento, un gusto común por el ritmo y la sonoridad de unas notas improvisadas, pero ejecutadas con maestría.
Un dedo comienza a hacer vibrar la tensa cuerda del contrabajo y los pies de los espectadores, de inmediato, se dejan llevar por el ritmo incansable y vertiginoso. Respeto reverencial a la labor del quinteto, sonido de copas y cubitos de hielo y el saxofón, sin brillo en el metal, pero imponente en las notas, nos taladra el alma a base de bebop. Sólo una ausencia: el humo; una de las más odiosas leyes con la que este gobierno nos ha dotado acabó con esas volutas que se retorcían ante el resplandor de un foco blanco y que elevaban a lo etéreo al trompetista sudoroso y desencajado mientras acometía un solo en All Blues.
Hace unos días, en el Populart Café de Madrid grabé este vídeo de Bob Sands Quintet. Un placer. Suerte que tienen en Madrid....

miércoles, 26 de octubre de 2011

Una verdad a medias

El Presupuesto blinda la educación y sacrifica aún más la inversión pública

El titular de Diario Córdoba es significativo. Utiliza una palabra más propia del ámbito militar o incluso siderúrgico que del educativo: "blinda"; amén de otra totalmente opuesta y que llega a acongojarnos por estar más cerca de la tragedia que de la organización de un presupuesto: "sacrifica". Evidentemente el rotativo hace la propaganda a sus mentores ideológicos, e incluso económicos, y no tiene pudor a la hora de señalar los elementos más importantes en los que el ciudadano subvencionado y dependiente de la Administración tiene que fijarse. Más dinero para ordenadores portátiles gratis; más dinero para almuerzos de comedor escolar gratis; más dinero para libros de texto gratis; más dinero para gente que dejó la enseñanza y quieren que vuelvan a perder el tiempo en un instituto; más dinero en becas-sueldo para los que suspenden en bachiller; más dinero en sueldos de interinos para cubrir horas libres por programas educativos absurdos... y... menos dinero en reformar y mantener instalaciones; menos dinero en sueldos de profesores; menos dinero en dotación a los centros para gastos corrientes; menos dinero en personal de comedor; menos dinero en becas para alumnos que sí lo necesitan y aprovechan el tiempo.
Esta es la planificación en Andalucía: subvención y regalo para mantener estómagos agradecidos y votos cautivos; mientras se recorta en lo realmente importante, con el silencio cómplice de sindicatos e indignados que sólo se manifiestan en aquellos sitios donde gobiernan los que no son de su ideología.



martes, 25 de octubre de 2011

Negro y blanco

La toma está realizada en una de las salas del Reina Sofía. El contraste de los ocho cuadros negros (Elena Asins: La rotación del menhir) con el blanco de la sala era motivo suficiente, pero al ver a la persona encargada de la vigilancia decidí esperar que continuase su camino y ella sola se colocase en el encuadre. Ahora parece "dialogar" con los cuadros expuestos.
En el procesado de la toma he llevado las luces a una clave alta que resaltase el tono blanco, pero al mismo tiempo, también he subido el contraste, para que los tonos negros quedasen sin textura, llamando más la atención y quedando el personaje en un ambiguo contraluz, además de acentuar el tono rojizo del suelo y sus reflejos.


viernes, 21 de octubre de 2011

La euforia

¿Seguro que terminó? ¿Creemos las palabras de unos tipos que aparecen encapuchados ocultando su identidad? ¿Será otro movimiento para dilatar en el tiempo su propia existencia? ¿Nos sorprenderán con otra T4 o un tiro en la nuca? Sinceramente,  no los creo. Como no creo al asesino que miente para reducir su pena, tampoco me merece una gran confianza la presencia de estos individuos al hilo de esa "conferencia de paz" organizada por ellos mismos en San Sebastián y en la que se solicitaba "el cese de la violencia". Tenemos que dejar pasar el tiempo, no apresurarnos en el juicio triunfalista que ya algunos políticos oportunistas entonan vehementemente y esperar a comprobar la veracidad de las afirmaciones de estos asesinos. Ya llevamos algunas decepciones como para que esto nos coja desprevenidos, por muy deseosos que estemos todos de que esta pesadilla termine y por muy atenazados que tengamos el entendimiento ante cierto síndrome de Estocolmo que nos puede llevar a incluso dar las gracias por no matar.
El final no debe tener condiciones, ni recompensas, sino que la persecución ha de continuar por parte de las fuerzas de seguridad como se haría con cualquier delincuente, ya que hemos de cimentar nuestra libertad sobre una base sólida de libertad y derecho democrático, nunca sobre la claudicación y el olvido de esas víctimas que aún hoy permanecen tan presentes en nuestra memoria reciente.
Si se disuelven o no... allá ellos, lo que me importa es que mi Gobierno, mi Estado, sepa estar a la altura para defendernos de este sufrimiento y no dejar impunes a quien tanto daño ha hecho.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Sax


Hace unos días un amigo quiso mostrarme lo que había aprendido en el conservatorio, concretamente con el saxo, y puso todo su empeño y voluntad en el manejo de este instrumento con el puro afán de enhebrar unas notas con algo de sentido. Pude distinguir, no sin cierto esfuerzo, cierta melodía del cine que ha tenido gran predicación entre los niños y que fue versioneada, entre otros, por el gran Eric Clapton; se trataba de Somewhere over the rainbow, que, en manos de mi amiguete sonaba poco menos que infame. Y es que con el sonido de este instrumento de viento soy poco flexible; no soporto las medias tintas, ni compadezco la nota suelta. Aquí soy contundente, definitivo, sin piedad. Me sitúo entre los acérrimos defensores del saxo como sonido casi rotundo del jazz, como la mejor forma de expresar la síncopa, la melodía improvisada, y la nota sostenida que se pierde en la inmensidad del sonido de un cuarteto de bebop. ¿Cómo concebir un sonido que no sea el del saxo al escuchar a Charlie Parker, John Coltrane, Sonny Rollins, Gerry Mulligan, Cannonball Aderley, Dexter Gordon o Stan Getz?
Sí, el piano es más completo, el que seduce al oído, el que da una gama melódica íntegra o el que permite escuchar acordes simultáneos; pero el saxo es inherente al jazz, sólo al jazz y para eso lo inventó Adolphe Sax, curiosamente un belga, aunque me hubiera gustado que fuera un chico negro de las calles de Harlem, ensayando sus notas al viento del río Hudson, un chico que acabara tocando en los clubes de la calle 52 y que, años después, derrotado, mendigase unas migajas de jazz entre las bambalinas del Birdland.
No me olvido de él, de mi amigo, pues no dejo de aplaudir su tesón y perseverancia en el difícil empeño de dominar a este bello monstruo llamado saxo, aunque, eso sí, deseo fervientemente que sus profesores le impriman la máxima velocidad en el desarrollo de sus habilidades.




sábado, 8 de octubre de 2011

Extrañamiento. ¿Por qué no se me ocurrió?


No hace mucho tuvimos la suerte de tener en Córdoba una muestra de los trabajos más representativos del famoso fotógrafo Chema Madoz. Sus fotografías rebosan originalidad y capacidad creativa a partir de objetos cotidianos combinados desde la premisa del extrañamiento. La perfección técnica se plasma en el uso del blanco y negro con altas luces y sombras bien resueltas.
Hay una sensación que me embargaba con cada foto que contemplaba: ¿por qué no se me ocurrió a mí? Tal vez la respuesta sea fácil: no tengo el genio de Madoz, evidentemente. Pero cuando uno contempla esos objetos tan sencillos y, a la vez, tan llenos de vida en el papel fotográfico, no deja de pensar en lo cerca que a veces tenemos el motivo, la musa, y en lo difícil que resulta dar con ese sendero que nos lleve a realizar algo original, bello y con sentido.




Una prueba

Siento decepcionar con esta primera entrada, pero se trata sólo de eso: una prueba.
Espero que funcione.