sábado, 28 de mayo de 2016

Palmas y pañuelos


Un año más uno sale decepcionado de ver cómo nos engañan a los cordobeses y, lo que es más grave, con la anuencia de los asistentes, que aplauden y vitorean un deplorable espectáculo de plaza de tercera. La plaza de los Califas no tiene solución. Núñez del cuvillo presentó a seis animales sin fuerza que doblaban las manos continuamente, que no fueron picados y que no transmitían emoción alguna. Sólo Talavante consiguió algo en su primer toro, porque los lotes de el "Juli" o Ginés Marín resultaron imposibles. Hasta aquí la crónica más o menos afortunada de una corrida de toros decepcionante. Lo siguiente es ya una recurrencia en la más profunda decepción que uno siente ante ese público fiestero y desconcocedor de la liturgia taurina que llenó en sus tres cuartas partes la plaza cordobesa.


"Dale la oreja que estamos en feria", "venga hombre, que es un muchacho", "¡músicaaaa!", aparte de los aplausos continuos ante cualquier circunstancia o los únicos silbidos, que aparecían cuando el picador intentaba hacer su trabajo ("no lo piques que te lo vas a cargar", gritaban). En definitiva, desconocimiento absluto de lo que allí se hacía, aprobación del engaño de toros impropios de una plaza de primera o falta de atención con personas continuamente moviéndose por las gradas en busca de gin tonics (no me explico que no puedan aguantar sn comer o beber un par de horas) o consultando sus móviles sin parar. Orejas inmerecidas y bien por el presidente que aguantó la andanada de pañuelos que solicitaban las segundas.
Así, está claro que Córdoba ha perdido su prestigio taurino y cada año irá a peor.

Un antitaurino saltó al ruedo para protestar.

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