Llevo un tiempo leyendo toda clase de improperios contra los componentes de las juntas de gobierno de las hermandades de mi ciudad. Se les tacha de "trepas", ignorantes, interesados, hipócritas, "come-peroles" o individuos con un insufrible afán de protagonismo. Me quedo corto en los adjetivos y descripciones de estos nuevos “escribidores” que tanto abundan en redes sociales y blogs de medio pelo, pero tampoco es cuestión de macerar, aún más, a esas personas que tanto trabajan por sus cofradías.
Calculo que en Córdoba
habrá unas quinientas personas pertenecientes a las juntas de gobierno de las
hermandades. Además, cabe sumar otras que ayudan sin cargo institucional y, por
supuesto, aquellas que ya dejaron sus respectivos puestos. En definitiva, un
grupo que abarcará unas mil personas… ¿tal vez dos mil? Y ahora díganme, ¿a
cuántas de esas personas conocen?, ¿cuántas tienen una repercusión social?,
¿cuántas aparecen por los medios de comunicación o son encumbradas en actos con
distinciones? Indudablemente, una minoría. Por otra parte, quien conociera la
semana santa de Córdoba en los años setenta podrá comparar la situación de
aquellos años con la actual; si no, sólo hay que leer y preguntar para llegar a
darse cuenta de lo descorazonador que era pisar la calle un día