lunes, 31 de octubre de 2011

Alma de jazz

Disfrutar del jazz requiere de una cierta predisposición hacia la música. No estamos ante melodías pegadizas que se quedan pronto en nuestra memoria y que tarareamos sin parar mientras hacemos cualquier tarea. Tampoco sus intérpretes suelen ser los vistosos músicos de otros géneros, con una imagen peculiar y pensada para atrapar a quinceañeras deseosas de adorar a un mito. Incluso a los amantes del jazz nos cuesta acceder a nuevos estilos o tendencias, a músicos poco conocidos o a discografías que no nunca estarán en los "top ten". Los conciertos de jazz no requieren grandes despliegues de luminotecnia ni de watios sonoros, tampoco estadios llenos de fans que salten y griten al unísono, ni tan siquiera un escenario donde tocar sin estrechuras. El jazz funciona en pequeños locales, donde el público comparte un sentimiento, un gusto común por el ritmo y la sonoridad de unas notas improvisadas, pero ejecutadas con maestría.
Un dedo comienza a hacer vibrar la tensa cuerda del contrabajo y los pies de los espectadores, de inmediato, se dejan llevar por el ritmo incansable y vertiginoso. Respeto reverencial a la labor del quinteto, sonido de copas y cubitos de hielo y el saxofón, sin brillo en el metal, pero imponente en las notas, nos taladra el alma a base de bebop. Sólo una ausencia: el humo; una de las más odiosas leyes con la que este gobierno nos ha dotado acabó con esas volutas que se retorcían ante el resplandor de un foco blanco y que elevaban a lo etéreo al trompetista sudoroso y desencajado mientras acometía un solo en All Blues.
Hace unos días, en el Populart Café de Madrid grabé este vídeo de Bob Sands Quintet. Un placer. Suerte que tienen en Madrid....

4 comentarios:

  1. Ah el humo. Qué contrapunto estético e incluso ético. Yo diría más: hay fotos clásicos del jazz, de esos músicos que amamos, emboscadas en humo que uno no se imagina sin él, pudorosas de esos vicios capitales en la jam session de turno. Las habrá asépticas y sublimes, pero ay el humo, ah el humo, oh el humo.

    ResponderEliminar
  2. Hemos entrado en el mundo aséptico donde los gobiernos imponen su ley a base de golpes de boletín, buscando fastidiar todo lo posible. El tabaco es malísimo, sí, y el humo de las fábricas, de los vehículos, de las calefacciones.....

    ResponderEliminar
  3. Aquí estamos en pleno festival :

    http://www.teatrojovellanos.com/

    ResponderEliminar
  4. Felicitaciones por este interesante blog. Muy buenas entradas.
    Saludos.
    Ramón

    ResponderEliminar