sábado, 13 de octubre de 2012

En Madrid: Hopper



Me resulta difícil elaborar un pequeño comentario que no reincida en las manidas y tópicas aseveraciones de innumerables críticos y aficionados. Sólo puedo expresar mi modesta admiración por un pintor que me detiene ante sus cuadros por los que no deambulo indiferente y que es capaz de traspasar ideas y emociones.
La luz. No hay transición. Hay luz y sombra. Los personajes están condicionados por la iluminación y por la composición lineal que deja esa sensación tan característica de soledad, de incomunicación.
Dicen que Hopper no era aficionado a la fotografía, pero pocos pintores llegan a dominar la luz y la composición de esa manera tan próxima al ejercicio fotográfico, aunque sí era un cinéfilo, lo que se demuestra en alguno de sus aguafuertes que nos dejan ante una escena de cine negro, y en sus encuadres horizontales que nos trasladan al mundo del celuloide.
De la visita al Thyssen para contemplar su exposición del pasado mes me quedo con la sensación de haber disfrutado de un original punto de vista sobre el hecho pictórico, de sentir ante una imagen emociones insospechadas y un excelente catálogo que guardo con todo aprecio.









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